Vivimos en un mundo mediado por la tecnología, donde la mayoría de las personas nos comunicamos a través de los servicios de unas pocas empresas. Estas plataformas nos ofrecen sus servicios, pero a cambio de nuestros datos, que se utilizan para la publicidad dirigida, entrenamiento de inteligencia artificial o, como aprendimos con las revelaciones de Snowden, para espionaje de agencias de inteligencia.
En este contexto, el software libre se presenta como una herramienta fundamental que nos permite comunicarnos, colaborar, informarnos, informar y mucho más, manteniendo el control sobre nuestros sistemas y nuestros datos. Tener soberanía sobre la tecnología que usamos nos otorga mayor libertad, pero también implica más trabajo de nuestro lado. Requiere trabajo conjunto entre quienes desarrollan e implementan esos sistemas y quienes necesitan proteger su información y derechos.
La resistencia digital es un trabajo en comunidad, y el software libre es la herramienta que nos permite resistir.
Por eso, el compromiso con el software libre es también un compromiso con la construcción de un futuro digital más justo, donde la tecnología respete nuestros derechos y fortalezca nuestras comunidades. Frente a los desafíos actuales, necesitamos seguir tejiendo redes de colaboración, compartir conocimientos y apoyar el desarrollo de herramientas abiertas que nos permitan ejercer nuestra autonomía. Solo así podremos avanzar hacia un entorno digital más libre, seguro e inclusivo.